¿Cuál es el real futuro de la UNPSJB?


Otra opinión en discidencia a la postura del Rector sobre desmembramiento de la Sede Ushuaia

Por Fernando Becerra

En un nuevo aniversario de la UNPSJB, ¿cuál es nuestro real futuro?


Ante un nuevo aniversario de la UNPSJB, el Rector Jorge Gil presentó a la opinión pública algunas reflexiones sobre el pasado, el presente y el futuro de la institución (Diario Crónica, 2/5/09; pág, 32). Y en su solo movimiento de escritura expuso los desafíos que deberá afrontar próximamente la universidad, a la vez que aseguró que “todavía” no se puede evaluar la acción que la universidad ha desplegado sobre el territorio patagónico desde hace 35 años. Según mi interpretación, lo importante de ese texto -y lo más discutible- no se encuentra sólo en los temas expuestos, sino también en su modo de presentación y en las consecuencias de su articulación. Por eso su afirmación central puede transformarse en una pregunta: ¿cuál es nuestro “real futuro”?

En el futuro inmediato, ¿cuáles son los desafíos? No lo sería la existencia de la universidad pública y provincial, pues su estructura es de menor jerarquía de acuerdo a las tendencias que marcan los países centrales (a menos que se sospeche en su futura transformación en la “Universidad nacional del norte de la provincia del Chubut” y por lo tanto, de la posible desaparición de los vínculos con el estado provincial y las ciudades del valle). Y respecto a la creación de otras universidades nacionales en la misma jurisdicción de la UNPSJB, puede afirmarse que no son nuevas. En la actualidad desarrollan actividades académicas otras universidades, sean nacionales y públicas, sean privadas laicas o confesionales; sólo hace falta leer los diarios locales o ingresar a las páginas web de estas instituciones para identificar sus ofertas. Pero ante cualquiera de las dos circunstancias, la UNPSJB superará estos nuevos obstáculos en la medida en que mantenga y promueva estándares de calidad institucional acordes a lo exigible en la actualidad a una universidad inserta en una formación social específica en un mundo cada día más “redificado”. Y estas cualidades generan un “capital” simbólico, de reconocimiento u prestigio suficientes para ampliar nuestra presencia en la zona.

En este contexto ¿cuáles son los desafíos “reales” que expresaría el Rector? La respuesta está -quizás- en la siguiente frase: “La historia es siempre una referencia imprescindible, pero ya fue construida, no puede ser un muro”. Y también en la diferencia de trato favorable respecto a la futura universidad nacional en Tierra del Fuego. A mi entender derribar los “muros” de la historia implicaría los “muros simbólicos y cognitivos” (por ejemplo, identidad regional, afectividades, perspectiva estratégica, etc.) que impedirían tomar la siguiente decisión interna: traspasar gradualmente la sede Ushuaia de la UNPSJB al ámbito de esta futura universidad por crearse en la provincia de Tierra del Fuego, si es que el Congreso Nacional aprueba su proyecto. Una creación que en la actualidad sucede menos por desaciertos propios, que por dádivas/conquistas en momentos de campaña electoral. Y estas consideraciones corren más allá de las loables intenciones por desarrollar en cada provincia una institución de educación superior cuyos destinos quedarán en manos exclusivamente de quienes serán sus futuros docentes, alumnos y no-docentes.

Asimismo, y como al pasar, el Rector señaló la imposibilidad de la propia institución para evaluar la acción desplegada sobre el territorio patagónico desde hace tres décadas. En sus palabras: “Treinta y cuatro años han pasado de aquel momento y todavía no podemos discernir sobre el éxito o fracaso de tal planteo”. Entonces, en lugar de felicitar públicamente a investigadores galardonados, reconocer el esfuerzo de los docentes, no-docentes y alumnos por superar las dificultades económico-financiera o también recordar las “deudas” con diversos sectores sociales, entre otras posibilidades, el Rector relativizó, cuestionó y dudó de la ejecución de un proyecto político-universitario imaginado para lograr la integración y desarrollo regional. Sentenció sin la más mínima historicidad de los profundos obstáculos que tuvieron que saltarse para afrontar un desafío político de tal magnitud.

Ahora: ¿cómo no evaluar positivamente una acción que ha permitido generar conocimiento local/regional y, además, ponerlo a disposición del mundo a través de textos y artículos científicos? ¿Cómo no considerar exitoso un conjunto de decisiones que ha sostenido a jóvenes de ciudades patagónicas en calidad de becarios para que alcancen su futuro deseado o puedan pegarle un giro a sus posibilidades y expectativas? ¿Cómo no mirar con beneplácito los esfuerzos institucionales cuando se sostuvieron en el exterior a graduados para que realicen sus posgrados, y para que reintegrados devuelvan con trabajo de excelencia en las aulas, en investigación y en convenios inter-institucionales? ¿Cómo no ponderar el trabajo realizado en conjunto con los diferentes niveles de los estados provinciales, aún a costa de las diferencias con las gestiones en el gobierno? ¿Cómo no valorar la transferencia a los circuitos técnico-profesionales y de docencia de la región, el conocimiento especializado puesto en acto por graduados universitarios? ¿Cómo no destacar el desarrollo pionero -más allá de un presente en busca de nuevas metas- de un sistema de educación-a-distancia que intentaba articular las expectativas de las localidades y las posibilidades del compromiso universitario? ¿Cómo no considerar la importancia estratégica y económica del asentamiento físico en cinco ciudades importantes de la región patagónica (Comodoro Rivadavia, Trelew, Puerto Madryn, Esquel y Ushuaia)? ¿Cómo no reconocer la evitación de “fuga” de jóvenes y del dinero que los mantuvo durante varios años, colaborando así con los circuitos económicos locales? ¿Cómo no reconocer el movimiento cultural que se ha generado con la presencia de docentes e investigadores nacionales e internacionales en las diferentes sedes? Y además, entre otras consideraciones que se escapan, ¿cómo no podrá justipreciarse la inclusión de la región patagónica en el circuito universitario nacional e internacional?

El Rector Jorge Gil no desconoce estas realidades, entonces su exposición me sugiere la siguiente hipótesis: intentaría generar las condiciones subjetivas necesarias para el momento en que desde el Congreso de la Nación sancionen la creación de la universidad fueguina y quizás en el mismo articulado también el traspaso gradual de nuestra sede en Ushuaia. Pero aún más: si como sostuvo el Rector, “todavía no podemos discernir sobre el éxito o el fracaso”, ¿cómo se podrá luchar contra los argumentos publicitados por el gobernador Das Neves cuando avanza con una universidad pública y provincial en el interior del Chubut donde ya se encuentran asentadas cuatro de aquellas cinco sedes mencionadas?

Por supuesto que siempre es posible “ser mejor”, y seguramente podríamos haber sido más “eficientes, eficaces” y justos. Pero estas “deudas” no desmerecen la acción sistemática de una institución que ha debido -y aún debe- superar disputas intra-regionales, sobreponerse a efectos de las políticas neoliberales globales y especialmente de aquellas aplicadas sobre la educación universitaria durante más de una década, desterrar los efectos culturales de la última dictadura militar, lidiar contra el centralismo académico argentino, responder ante una “inflación” sostenida de demandas (sociales, políticas, económicas y culturales), convencer a políticos de diferentes esferas sobre la fuerza del conocimiento como factor de desarrollo social y, finalmente, luchar contra los que aún sostienen que una universidad en patagonia es “inviable” (sea por su escasa densidad poblacional, el desigual desarrollo de sus fuerzas productivas respecto de otros centros urbanos o por una dinámica fuertemente dependiente de políticas inauguradas en otras latitudes).

No me cabe ninguna duda que la Patagonia austral no sería la misma sin la acción sistemática de la UNPSJB, aún con sus desaciertos y lagunas. No cabe ninguna duda que si la Patagonia austral cambia su imagen (de “territorio extractivo de materias primas” a “espacio social sustentable”), lo será gracias a la acción que ha desplegado y desplegará esta universidad.

En el trigésimo quinto aniversario, los desafíos de la UNPSJB no son pocos y, como si fuera poco, seguro serán mayores. La condición expansiva del conocimiento así se lo impone a los agentes que despliegan sus prácticas cotidianamente y a las estructuras que generan y simultáneamente los limitan. En este sentido, la historia no es un “muro” de obstáculos o lamentos, sino una dimensión de lo social; una dimensión constitutiva de nuestras fortalezas y debilidades. De allí que siempre debamos aprovechar -si no abdicamos- el conocimiento de lo probable para que ocurra lo aparentemente imposible.

Fernando Becerra Artieda

No-docente y Docente

UNPSJB


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