Sobre Blanqueocracia

Por Tamara Sanchez*

A propósito del texto BLANQUEOCRACIA


No es lo mismo un texto académico que uno literario.

En este último, el autor busca imponer en el discurso opiniones o conductas, disponiendo de la información y los argumentos de manera que el lector sea persuadido, pues aquél busca un fin ajeno al texto mismo. La consecuencia es que este discurso utilitario y manipulador se estructura sobre dos ejes: la lógica de la demostración y la retórica de la argumentación.

Hay una estructura de relaciones entre eventos, personajes y estrategias para suspender la incredulidad del lector por el tiempo que dure la lectura de la ficción. Así, escribir, sea un relato factual o uno ficcional, se convierte en un juego de estrategias cuya finalidad está en el lector, en su conducta, sus emociones y sus creencias.

Por otro lado, el discurso académico se encuentra en el marco de la actividad académica orientada a la transmisión y producción de conocimientos. Su elaboración requiere de la revisión del conocimiento previo, es decir, de las fuentes bibliográficas, antecedentes. Luego, se hace un análisis concienzudo del objeto examinado que ha de dar lugar a la elaboración de una hipótesis. El escritor académico derivará las consecuencias lógicas de esa conjetura inicial, lo que dará como resultado una teoría. Finalmente, la teoría habrá de pasar por un procedimiento de validación que consiste en la contrastación de la teoría con los datos obtenidos mediante pruebas de campo.

Sin embargo, el académico deberá convencer al lector de la validez de la posición adoptada. Así pues, la persuasión se produce igualmente en los discursos técnicos, matemáticos, jurídicos, etc. Este aspecto retórico del discurso académico es esencial pues de lo contrario el discurso no sería comprendido por la comunidad académica y no seria aceptado. Pero este discurso académico debe estar exento de ambigüedades y esto es posible mediante el uso de un lenguaje formal, de una terminología especializada y debe el científico buscar que predomine en sus discursos el rigor lógico de la demostración antes que la efectividad persuasiva de la argumentación, cosa que en el caso por ejemplo de un publicista esto actuaría a la inversa.

En todo esto importa mucho el rol del lector, su estrategia e inteligencia son también copartícipes en la creación del discurso a traves de su lectura. Leer se hace, pues, en el reconocimiento de las estructuras lógicas y retóricas de la argumentación, en el goce o no de la ilógica razonada de la poesía, de la publicidad, etc. En la comparación de nuestra noción de realidad con la del mundo posible de tal novela o de tal teoría de la ciencia, y en la autoevaluación de la capacidad para leer el discurso.

Como lectora que intenta repensar el texto propuesto por los Licenciados en Ciencia Política Sergio Araque y Anibal Lobasso, veo que a pesar de su preparación Universitaria (o tal vez gracias a ella), incurrieron en un discurso no académico, manipulador. Se hacen conjeturas rápidas y eficientes y se toman atajos en lugar de hacer análisis completos.

La estrategia general de una auto-presentación positiva y una presentación negativa de los otros es muy típica en esta descripción sesgada de los hechos a favor de los intereses propios, mientras que se culpa de los hechos y situaciones negativas a los oponentes o los Otros.

Esto no significa que no se pueda apoyar o favorecer a su propio candidato, pero debiera hacerlo con argumentos, hechos, es decir, mediante una información adecuada y la persuasión, y no mediante manipulación, por ejemplo, omitiendo información muy importante o distorsionando los hechos.

Por lo expresado anteriormente, simplemente me atrevo a pensar que el texto difundido no cuenta como forma legítima de interacción y comunicación académica, y confirma que uno como lector debe ser siempre crítico y tratar de evitar ser influencado por la posición social, profesión y estatus de un autor (o dos).

Tamara Sanchez* - Alumna de la Lic. en Turismo - Sede Ushuaia

Bibliografía:

  • ELEJALDE Alfredo. “Discurso Literario y discurso Académico”. Lima, 1998.
  • VAN DIJK Teun. “Discurso y manipulación: Discusión teórica y algunas aplicaciones”. Revista Signos v.39 n.60. Valparaíso, 2006.

Comentarios

Nancy Sáez dijo…
Cuando me hicieron llegar al blog el texto de Tamara sobre sus consideraciones respecto del Post "Blanqueocracia" escrito por graduados de la Sede Ushuaia decidí incorporarlo al debate, ya que es justamente eso lo que pregona el blog. La necesidad de expresar libremente posiciones y/u opiniones respecto de lo que se habla (o debería hablarse) en la Institución.
Como contrapunto me pareció interesante publicarlo, pese a que disciento con ella sobre los argumentos que vierte.
Personalmente y si tuviera que clasificar el texto "Blanqueocracia" diría que es un Texto argumentativo donde el emisor del mismo intenta convencer (que es distinto a manipular).
Claramente el texto presenta sus razones a favor o en contra de determinada "situación" o "tesis", con el fin de convencer al interlocutor.
Intenta fundamentar apreciaciones positivas o negativas acerca de lo expuesto.
Si bien el discurso argumentativo es propio del ensayo y de la crítica en general, los típicos ejemplos de este tipo de texto son el discurso político o el Artículo de opinión.
El texto argumentativo sirve para dar el punto de vista del emisor frente a "algo", ya sea tu posición positiva o negativa.
La manipulación, es una práctica comunicativa e interaccional, en la cual el manipulador ejerce control sobre otras personas, generalmente en contra de su voluntad o en contra de sus intereses.
En el uso cotidiano, el concepto de manipulación tiene asociaciones negativas –la manipulación es mala– porque tal práctica transgrede las normas sociales. Por ello, la manipulación es una categoría típica de un observador, por ejemplo, de un analista crítico y no necesariamente una categoría participante: pocos usuarios de una lengua llamarán manipulativos a sus discursos.

La manipulación no solo involucra poder, sino específicamente abuso del poder, es decir, dominación. En términos más específicos, pues, implica el ejercicio de una forma de influencia ilegítima por medio del discurso: los manipuladores hacen que los otros crean y hagan cosas que son favorables para el manipulador y perjudiciales para el manipulado.
En un sentido semiótico de la manipulación, esta influencia ilegítima también puede ser ejercida con cuadros, fotos, películas u otros medios. De hecho, muchas formas contemporáneas de manipulación comunicativa, por ejemplo, por los medios de comunicación, son multimodales, tal como es el caso, típicamente, de la propaganda.

Sin en su concepción negativa, la manipulación podría ser una forma de persuasión (legítima). La diferencia crucial con la PERSUASIÓN es que los interlocutores son libres de creer o actuar como les plazca, en forma independiente de los argumentos de quien intenta persuadir, mientras que en la manipulación a los receptores se les asigna, típicamente, un papel más pasivo: son víctimas de la manipulación. Esta consecuencia negativa del discurso manipulativo ocurre normalmente cuando los receptores no son capaces de comprender las reales intenciones o ver las reales consecuencias de las creencias o acciones defendidas por el manipulador. Este es el caso, especialmente, cuando los receptores carecen del conocimiento específico que podrían usar para resistir la manipulación. Un ejemplo muy conocido es el discurso de los gobiernos o de los medios acerca de la inmigración y los inmigrantes, de modo tal que los ciudadanos corrientes culpan del mal estado de la economía, como el desempleo, a los inmigrantes y no a las políticas del gobierno.

Marco teórico Teun Van Dijk, 1993.

Bien, solo para polemizar intelectualmente, pero siempre valorando el aporte de Tamara.

Nancy Sáez

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